Era un día claro, el sol calentaba con fuerza las dunas del Gran Desierto haciendo que fuera insoportable para cualquier ser vivo andar bajo él.
Mientras en uno de los grandes oasis, donde había aparecido siglos antes una de las ciudades más importantes de la zona,la vida despertaba como todos los dias. Aquella ciudad era se llamaba Solaria, la ciudad donde nunca llueve y siempre hay agua, aunque también la ciudad del crimen y de las mentiras, pues estaba poblada por bandidos retirados tras un gran golpe y mercaderes que se aprovechaban de sus fortunas. En esta ciudad prevalecia la ley del mas fuerte, los débiles no duraban mucho si no eran protegidos por otros, por eso , desde pequeños, los niños intentaban unirse a alguno de los clanes para conseguir sobrevivir, aunque para ello tuvieran que matar, robar, violar... Mejor que otros sufran y no ellos.
Así que bajo los tejados de paja, entre las paredes de adobe, no había nadie que no hubiera acabado con la vida de otra persona y superara la adolescencia.
Cruzar el Gran Desierto es dificil, no se puede realizar por la superficie, el calor y las bestias matan al valiente que lo intente. Sólo hay una manera de hacerlo, y quizas sea por eso que ningún ejército ha intentado todavía capturar a los numerosos bandidos que pueblan el lugar, ningún Reino ha conquistado Solaria, apesar de que no tiene murallas. La única manera de cruzar el Gran Desierto es a través de la gran red de túneles que lo atraviesan, que conectan todos los oasis del desierto y varias ciudades al borde del desierto, estos túneles son un laberinto que unicamente los que lo conocen bien son capaces de cruzar, y todos los bandidos buscan a estos guías y los pagan bien para que les muestren el camino.
